Ensayo de la Necropolitica
El pensamiento de Achille Mbembe representa una de las contribuciones más importantes de la teoría política contemporánea para comprender las formas de poder y violencia que atraviesan el mundo poscolonial y globalizado. Su obra Necropolítica, junto con el ensayo Sobre el gobierno privado indirecto, constituye una reflexión profunda sobre cómo la muerte se ha convertido en un instrumento de gobierno y control social, superando la noción clásica de biopoder de Michel Foucault y abriendo nuevas perspectivas para analizar la soberanía, la colonialidad y la violencia estructural. Achille Mbembe parte de la tradición crítica de Michel Foucault, quien en La historia de la sexualidad y en sus cursos sobre biopolítica, analizó cómo el poder moderno se ejerce sobre la vida de los individuos y las poblaciones. Para Foucault, el biopoder es el poder de hacer vivir y dejar morir, una tecnología de poder que gestiona la vida a través de mecanismos de regulación y normalización. Mbembe radicaliza esta perspectiva al plantear que, en el mundo contemporáneo, el poder ya no solo se ejerce sobre la vida, sino sobre la muerte. La necropolítica es, por tanto, el poder de decidir quién puede vivir y quién debe morir, y de organizar la muerte como forma de gobierno. Este poder se manifiesta tanto en situaciones excepcionales como la guerra o el genocidio, como en la vida cotidiana de poblaciones precarizadas y excluidas.
La necropolítica no es un fenómeno nuevo, sino que tiene raíces históricas profundas en la experiencia colonial y racial. Mbembe señala que las colonias fueron los espacios por excelencia donde se suspendieron las garantías jurídicas y donde la violencia del Estado de excepción operó al servicio del poder soberano. En estos espacios, la vida de los colonizados estaba completamente subordinada a la voluntad del amo, quien decidía sobre su vida y muerte. Mbembe define la necropolítica como “la expresión última de la soberanía”, que consiste en el poder y la capacidad de decidir quién puede vivir y quién debe morir. Este poder no se limita al Estado, sino que se extiende a actores privados, milicias, grupos armados y empresas, especialmente en contextos poscoloniales y de debilidad estatal. En las plantaciones, la vida de los esclavos estaba completamente subordinada a la voluntad del amo. El esclavo era considerado una propiedad, un objeto despojado de humanidad, cuya muerte no tenía valor moral ni jurídico. La plantación era un espacio de excepción donde la violencia y la muerte eran parte de la rutina, y donde la resistencia solo podía expresarse a través de la muerte misma, como último refugio de libertad. El sistema de segregación racial institucionalizó la muerte y el sufrimiento de la población negra. El apartheid no solo separaba a las personas por su raza, sino que las sometía a condiciones de vida extremadamente precarias, exponiéndolas a la violencia policial, la tortura y la muerte. El apartheid era, por tanto, una forma de necropolítica, donde la vida de los negros era controlada y administrada por el Estado blanco.
Mbembe señala que la ocupación colonial de Palestina es un ejemplo paradigmático de necropolítica. La fragmentación territorial, la prohibición de acceso y la expansión de asentamientos buscan hacer imposible la vida palestina y perpetuar la segregación. El objetivo es convertir todo movimiento en imposible y llevar a cabo la segregación según el modelo de Estado del apartheid. La necropolítica no solo se manifiesta en situaciones excepcionales, sino también en la vida cotidiana de poblaciones precarizadas y excluidas. Mbembe habla de la “forma-campamento” como una manera predominante de gobernar a las poblaciones no deseadas: refugiados, migrantes, habitantes de favelas y suburbios, que son encerrados en espacios precarios y militarizados para ser controlados, acosados y potencialmente asesinados. Esta forma de gobierno es especialmente relevante en contextos poscoloniales y en el Sur Global, donde la soberanía estatal se ve debilitada y el gobierno de la vida y la muerte se delega a grupos armados, milicias, empresas privadas y otros actores no estatales.
La necropolítica de Mbembe tiene importantes implicaciones teóricas y políticas. En primer lugar, permite pensar críticamente las formas contemporáneas de poder, especialmente en el contexto de la globalización, el capitalismo tardío y la crisis de los Estados nacionales. Mbembe sostiene que la matriz colonial, racista y civilizatoria sigue operando en la actualidad, y que la necropolítica es una herramienta fundamental para entender la continuidad de la violencia y la exclusión.En segundo lugar, la necropolítica permite analizar fenómenos actuales como la crisis de refugiados, la precarización laboral, la violencia policial y la gestión de la pandemia, donde la muerte se convierte en un instrumento de gobierno y control social. Por ejemplo, durante la pandemia, la decisión de priorizar a ciertos grupos en la atención médica y excluir a otros es una forma de necropolítica. La propuesta de Mbembe es una invitación a pensar la política desde la perspectiva de la muerte, pero también desde la posibilidad de la resistencia y la emancipación. La necropolítica no es solo un diagnóstico de la violencia estructural, sino también una llamada a la acción y a la imaginación política. Mbembe insiste en la necesidad de descolonizar el pensamiento y de construir horizontes de esperanza y solidaridad, más allá de la lógica de la muerte y la exclusión. La necropolítica nos obliga a cuestionar la naturalización de la violencia y la muerte, y a reconocer que la vida y la muerte no son fenómenos naturales, sino productos de decisiones políticas y sociales. Mbembe nos recuerda que la política es, en última instancia, una cuestión de vida y muerte, y que la lucha por la justicia y la dignidad es también una lucha por la vida misma.
Necropolítica, seguido de Sobre el gobierno privado indirecto, de Achille Mbembe, es una obra fundamental para comprender las formas contemporáneas de poder y violencia. La necropolítica no solo describe la violencia extrema de la guerra o el genocidio, sino también las formas sutiles y cotidianas en las que ciertas poblaciones son expuestas a la muerte y al sufrimiento. Al ampliar el análisis foucaultiano del biopoder, Mbembe ofrece una herramienta crítica para pensar la vida y la muerte en el contexto del capitalismo global y la colonialidad persistente.La obra de Mbembe invita a repensar la soberanía, la vida y la muerte, y a imaginar formas alternativas de organización política que superen la lógica necropolítica y abran paso a futuros más justos y solidarios. En un mundo marcado por la violencia, la exclusión y la precariedad, la necropolítica es una llamada de atención y una invitación a la resistencia y a la esperanza.
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